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Álex Penadés: “No hay que tener miedo ni con 20, ni con 30, ni con 50 años"

El profesor de Fundesem dice que "quien tiene pasión y ganas de hacer cosas las va a hacer, y esa es la salvación de este país”

Publicado por vmiralles
martes, 08 de marzo de 2011 a las 12:04

Álex Penadés, profesor de Fundesem Business School, es economista y experto en Marketing con vocación empresarial y creativa. Tiene experiencia internacional en mercados asiáticos, americanos y europeos. En su extenso currículum destaca su labor al frente de mychiringuito.com y su participación en Avantpro, mercantil dedicada a desarrollar nuevas tecnologías para el Marketing.

Como experto en planificación estratégica y dirección creativa para marcas de moda internacionales, ¿qué empresa lo está haciendo bien?

En moda, la mejor a nivel creativo sigue siendo la marca Diesel. No cae en los tópicos de la comunicación y sorprende en cada momento. Fuera de la moda, me sorprenden marcas como Carrefour con su última campaña de valores, muy valiente en estos momentos en los que las campañas de precio suelen ser tan agresivas. Pero, en mi opinión, la mejor creatividad que se hace actualmente es de gente anónima, la creatividad del pueblo. En Youtube por ejemplo hay piezas maestras que no tienen nada que ver con agencias ni direcciones creativas.

Los clientes han usurpado el poder a las marcas. ¿Qué pueden hacer para volver a enamorar?

Lo tienen más difícil que hace unos años, y se lo han ganado a pulso. El cliente no es tonto y quiere que una marca le acerque a cosas que necesita, y no sólo se base en el precio. La gente tiene cierto grado de empatía con la marca: desde todo lo que le transmite a nivel sensorial, con un precio que sea propicio, pero sin abandonar el encanto de vender las cosas con gusto. El concepto de ‘lovemarks’, marcas que ofrecen al cliente cercanía, comprensión, sorpresa y una experiencia sensorial es la base para volver a enamorar a los clientes si las marcas no quieren pasar desapercibidas.

El poder de las redes sociales se ha comprobado en su influencia en los levantamientos de países como Egipto. ¿Tienen las marcas que estar en estas redes a toda costa?

En los temas políticos y comerciales se está demostrando que el poder está en las manos del pueblo, de los clientes. Las redes sociales son un nuevo canal muy barato, en comparación con la televisión, que te permite llegar a más gente en menor tiempo. Las marcas tienen que estar ahí, pero no es vital que estén. Entiendo que las redes son una burbuja de la comunicación. No hay que darles más importancia de la que tienen.

Los internautas son cada vez más impermeables a la publicidad.

No sólo los internautas, también el resto de consumidores. Es normal, lo hemos hecho muy mal en marketing. Deberíamos entonar todos un mea culpa y ver más allá de nuestros intereses como sector. Hay que velar por los consumidores y por las empresas que nos contratan.

¿Es por falta de creatividad?

No. Influyen varios factores. Hemos cometido los mismos errores que se han cometido en otros países donde el marketing está más desarrollado, como EE.UU. o Francia, y hemos jugado con el rendimiento de las nuevas tecnologías. Me explico: cuanto menos nos entendieran los clientes respecto a estrategias y nomenclaturas, nuevas tecnologías, herramientas y su utilización, mejor. Hemos sido una disciplina muy oscurantista y, por otro lado, muy superficial por influencia del mundo de la imagen, pero sin indagar y preguntarnos cuáles son las necesidades reales del público y las empresas. La gente quiere soluciones más sencillas, más coherentes, de sentido común y que resuelvan sus problemas. Y esto es lo que no ha hecho el marketing durante décadas. Por eso los clientes se han hecho más impermeables. Y esto unido a que hay tanta información que es imposible digerirla toda.

¿Cuál ha sido el reto creativo más difícil de afrontar?

El gran reto creativo es adaptarse a los cambios tan dinámicos y rápidos que están ocurriendo actualmente y se han presentado en los últimos tres años de crisis. Ya no hay estrategias a largo plazo. A día de hoy la estrategia pasa por la creación de un ecosistema de innovación continua. Y ese es realmente el trabajo creativo actual de casi todas las empresas que están en el mercado.

¿Qué opina de la unión de los principales empresarios del país para impulsar la marca España?

Toda piedra hace pared. Está muy bien, es una acción más que nos empujará a tener mayor confianza en nosotros mismos. No creo que sea lo que nos hace falta en exclusiva, pero mejor eso que nada. Las empresas que están detrás tienen sus propios intereses, dudo que hagan de manera altruista. Pero están en una división que no es la de los cuatro millones y medio de parados que tenemos en España, ni la de la gran infinidad de autónomos y de pequeños empresarios que peleamos todos los días. Esa es otra división.

¿Cómo empezó su proyecto empresarial, ‘mychiringuito.com’?

El afán de independencia, rebeldía, de tener algo que creas tú tras crear tantas cosas para otros, es lo que me llevó hace cuatro años a formar mi propia empresa, y hasta hoy. Cuando te tiras a la piscina te das cuenta de que no es tan complicado. Se trata de perderle el miedo al fracaso y aprender de los errores, de tener la antena puesta todos los días para captar nuevas oportunidades de negocio y de crear cosas nuevas y satisfacer las necesidades del mercado.

¿Qué consejos le da a los aspirantes a empresarios?

La intención que tengo cuando vengo a Fundesem a impartir la asignatura Entrepreneurship dentro del IMBA es intentar que los jóvenes empiecen antes a crear sus empresas de lo que yo lo he hecho. Es un problema de educación general de este país el hecho de perderle el respeto al fracaso. Tenemos mucho orgullo y el miedo al ridículo es muy alto. No pasa nada si nos equivocamos en decisiones empresariales. Lo peor que puede pasar es que aprendas que determinadas cosas no tienes que hacerlas, o tienes que hacerlas de otro modo. La probabilidad de que te equivoques es muy alta porque el comportamiento del mercado es imprevisible. Si pierdes el miedo, vas a ir aprendiendo y dando pasos para generar tu propio proyecto. A los jóvenes que acaben la universidad les aconsejo que persigan su sueño, que crean que pueden cambiar el mundo desde su pequeña parcela y que se tiren a la piscina.

¿Y a los no tan jóvenes?

Que nunca es tarde. La esperanza de vida está más allá de los 90 años. Yo empecé con 39 años mi empresa. No hay que tener miedo ni con 20, ni con 30, ni con 50 años. El que tiene pasión y ganas de hacer cosas, las va a hacer. Y esa es la salvación de este país. Las empresas no van a contratar a cuatro millones y pico de parados, y muchos de ellos tendrán que ir al autoempleo y contratar a los otros que no hayan querido o podido sumarse al carro empresarial. Es la gran oportunidad que tiene España de ponerse a la altura de otros países que tienen una red de empresariado pequeño y mediano muy importante y que son la base de todas las economías. Y en este país hay creatividad para hacerlo.

¿Qué papel hacen escuelas de negocio como Fundesem en el mundo empresarial?

Fundesem desarrolla un trabajo magnífico, sobre todo por la proximidad al mundo profesional real que los alumnos están buscando. Este país ha tendido a estudiar los paradigmas más teóricos y dejar de lado la realidad profesional, donde hay menos números, menos hipótesis y más trabajo, más empeño, más sacrificio, más ilusión, más pasión. Los centros educativos tienen la altísima responsabilidad de cambiar este país. Hay que decirles a los alumnos las verdades de la vida, lo complicado que puede llegar a ser, pero hay que ilusionarles y quitarles el miedo a emprender. Y ese es el objetivo del curso que doy en Fundesem para emprendedores. Que la gente sienta que es capaz de crear, de generar ideas y, sobre todo, de llevarlas a cabo.

¿Quién ha sido su mayor inspiración?

Mi padre como empresario. Si la inteligencia se tuviera que medir por la capacidad de adaptación, tendría que escribir un libro al respecto de las veces que mi padre se ha tenido que adaptar a cambios, y siempre desde el optimismo, la perseverancia, las horas de trabajo empleadas e intentando guardar un equilibrio entre la visa profesional y familiar. Y mi madre a nivel familiar y emocional.

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